El Valle de Maquehua y Mellico, a unos 17 kilómetros río arriba por el Maule, nos sorprende con su belleza.
Desde tiempos inmemoriales se registran asentamientos humanos en la cuenca del río Maule. Con la construcción de la vía férrea y estaciones del ramal, a comienzos del siglo 20, se potencia la cultura agrícola del territorio y se consolida la cultura agrícola y la vida familiar que hasta hoy persiste en estas tierras.
Salimos desde Constitución y a unos 17 kilómetros río arriba por el Maule, nos encontramos con una auténtica joya. Se trata del «Valle de Maquehua y Mellico». Estos dos pequeños poblados se encuentran uno frente al otro separados por las aguas del río Maule, pero en la práctica funcionan como una sola comunidad y su historia está cruzada por la historia del ramal.
Se puede acceder a ellos por el buscarril, ya que Maquehua es una de las estaciones de su itinerario. También se puede llegar por tierra a través de un camino forestal por el lado de Mellico o por agua a través del río Maule.
En sus años de más apogeo la población de este valle alcanzaba alrededor de 1500 personas que vivían del carbón, el vino, la ganadería y la leña. Hoy sus habitantes no superan las 100 personas y son principalmente gente mayor que conserva celosamente sus tradiciones como la vendimia, las preparaciones culinarias, crianza de ganado y otras faenas rurales que aprovechan el extraordinario microclima del valle, que permite el cultivo de alimentos sanos y libres de químicos, conservando técnicas ancestrales en la preparación de miel , aceitunas y otros productos de origen así como diferentes tipos de verduras y frutas, especialmente cítricos. En lo personal puedo afirmar que en este valle de Maquehua y Mellico están las mejores y más dulces naranjas que he probado en mi vida.
El remanso amistoso del río y el silbido relajante de la brisa suave se mezclan con sonidos de gallinas, corderos, vacas y otros animales de granja, que generan una atmósfera apacible y única a este singular y soleado valle perdido entre cerros y quebradas, de las que se desprenden vertientes de agua que dan vida a robles, laureles, quillayes, arrayanes y copihues.
El valle de Maquehua y Mellico es sinónimo de Maule profundo, de costumbres y tradiciones campesinas de origen, de gente cálida y hospitalaria que recibe con brazos abiertos.
Sólo hay que atreverse a vivir la experiencia de visitar el valle de Maquehua y Mellico, probar un desayuno con huevos de campo y pan amasado, una cazuela enjundiosa o una trucha recién sacada de las aguas del Maule y por la noche disfrutar del fogón bajo la luz de las estrellas.
POR: Leo Albornoz.-