El fogón es parte del ritual, en dónde despliega todo su conocimiento en el arte de las carnes a la parrilla y los diferentes cortes argentinos, y el cordero a las brasas es la especialidad de Lucho Pirén.
El nombre Luis Raúl Vallejo probablemente no diga nada a los Linarenses, pero si hablamos de «Che Pirén» o «Lucho Pirén», la cosa cambia, porque este argentino de 56 años oriundo del nortino Tucumán, -cuna de Mercedes Sosa, los Tucu Tucu, Palito Ortega y otros monstruos de la música, así como de los míticos guerrilleros conocidos como «Los Montoneros» – más que un personaje, se ha constituido en una marca en Linares, una especie de «sello de calidad» a la hora de hablar de cocina criolla o carnes a la parrilla.
Ya lleva cerca de 25 años avecindado en el Maule Sur, pero su acento gaucho sigue ahí inalterable. El destino lo trajo a estas tierras por amor y hoy es un vecino querido y respetado por todos los amantes de la buena mesa y sobre todo de las diferentes preparaciones y cortes de carne a la parrilla que es su especialidad. Luchito se hizo conocido por su mítico » Café Pirén», una vieja casa ubicada en Colo Colo casi al llegar a Yungay, la que más que un restaurante se consolidó como un punto de encuentro de la bohemia Linarense.
Gente de la prensa, deportistas, amantes de la buena música, viejos rockeros, estudiantes, intelectuales, oficinistas, parejas, viajeros y gente de todo tipo, se daba cita en el que quizás sea el último referente químicamente puro de lo que fue una movida nocturna con identidad local, un lugar que al igual que el tango, siempre estaba «a media luz» y mezclaba una atmósfera urbana con las características propias de una picada en dónde se solía llegar «dateado», en busca del mejor completo de la zona y terminabas comiendo una pizza artesanal u otra preparación «in situ» que te ofrecía el dueño de casa y, al cabo de un rato, bebiendo una buena cerveza (o un navegado enjundioso en frías noches de invierno) y hablando de la vida o arreglando el mundo con «Luchito Pirén» quien, con su amplio conocimiento de música de todo tipo, sus relatos, historias y anécdotas generaba una cercanía que te hacía sentir más amigo que cliente.
Este personaje, menudo y de voz aguda, tenía tema para todo, pero proyectaba un aire de humildad y por sobre todo de respeto, además de ser poseedor del escaso don de escuchar, lo que generaba la magia que te hacía sentir en casa .Personajes connotados y artistas de la talla de Illapu, Lucy Bell, Serio Lagos o los mismísimos Chalchaleros, han sido parte de los comensales que han degustado las preparaciones que han salido de la parrilla de Luchito Pirén, quien hoy está dedicado al catering, especialmente con su producto estrella y el más solicitado que es el cordero al palo o cordero a la llama como él lo denomina. Además está a cargo de una nueva propuesta gastronómica conocida como «El fogón del loco», en dónde despliega todo su conocimiento en el arte de las carnes a la parrilla y los diferentes cortes argentinos.
Al despedirnos del hombre tras el legendario punto de encuentro linarense ,nos invade la nostalgia y como queriendo llevarnos un pedazo del recordado lugar de culto, nos atrevemos a pedirle alguna recomendación, algún tipo de carne, algún dato que nos permita evocar los viejos tiempos, Luchito, con su humildad y simpatía de siempre no duda en señalar que la sobrecostilla es un corte que en Chile se suele preparar a la olla, pero en la parrilla «anda fenomenal», sólo hay que hacerla lentamente y con el corte completo y queda como una especie de mechada con un sabor exquisito al igual que el tapabarriga que tiene las mismas características.
POR: Leo Albornoz.-